El empleo ha crecido en 138.300 personas en el tercer trimestre del año y rebasa los 21 millones de ocupados, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) hecha pública este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), lo que evidencia la apuesta de los empresarios por la actividad y el empleo. No obstante, el aumento en la ocupación es menor que el del mismo trimestre del año anterior (+209.100). Este debilitamiento apunta al menos a tres factores que contienen la contratación y la actividad empresarial: la incertidumbre normativa, la desaceleración económica europea y la persistencia de las subidas de costes laborales.
La proximidad de cambios normativos constituye un desincentivo a las decisiones de contratación en tanto no esté definido el futuro marco laboral. Los empresarios vienen soportando cambios normativos sobrevenidos y ahora se enfrentan a una eventual imposición de un recorte del horario sin tocar los salarios, situación que impacta con especial gravedad en las pymes y, por tanto, en sus proyecciones de plantilla.
Este contexto no sólo coarta la contratación, sino la actividad empresarial, y especialmente en las empresas de menor tamaño. Prueba de ello es la merma de 87.800 autónomos en el tercer trimestre, muy superior a la registrada en igual periodo del año anterior (-60.200). Además, las empresas con asalariados en la categoría de autónomos son 89.300 menos que hace un año, lo que supone una caída del 8,6%. Al mismo tiempo, crecieron los autónomos sin asalariados (+62.500 más). El total de autónomos (con y sin asalariados) muestra una caída de 36.600 en términos interanuales.
Al factor de incertidumbre normativa se une otro exógeno: la desaceleración económica del entorno europeo que afectará a España.
Por otra parte, a la previsible subida de los costes laborales derivada de los cambios esperados en la jornada, se unirán nuevas alzas de cotizaciones y salario mínimo a partir de enero, que vuelven a estrechar los márgenes empresariales en un contexto de atonía de la inversión.
Preocupa, además de forma insistente, el debilitamiento del sector primario, que vuelve a perder ocupados en el tercer trimestre (-38.300) si bien en menor medida que el año anterior. Lejos de ser tranquilizador, apunta a un sector en mínimos de fuerza laboral.
CEPYME demanda el marco laboral estable que necesitan las pymes para poder adaptarse a la coyuntura económica. El tejido productivo español ha demostrado su compromiso con el empleo y su resiliencia a las subidas de costes laborales que merman sus márgenes. Por todo ello, necesita que cualquier medida que afecte a las pymes sea fruto de una reflexión pausada ajena a la batalla política y que genere un viento a favor para los negocios en vez de nuevas trabas a la actividad.