Firma invitada

Antonio Garamendi

Presidente de CEOE

El momento de las empresas

Este año 2024 es un buen momento para lanzar una mirada amplia a la actividad empresarial, dejando a un lado por un instante la urgencia del día a día y de lo coyuntural que nos ocupa a las organizaciones empresariales.

 

Sin duda, es algo necesario para volver a recordar, ahora que afrontamos un nuevo ejercicio en el que seguro asistiremos a una incesante actividad legislativa, qué es la empresa –autónomos, pequeñas y medianas y grandes empresas–, cuál es nuestro papel en la economía y en la sociedad y cuál es esa mirada que merece.

 

En primer lugar, como presidente de CEOE he podido comprobar que la percepción de la empresa como tal ha cambiado afortunadamente durante los últimos cuatro años, tomando como referencia aproximadamente el inicio de la pandemia de la Covid-19.

 

Como si de una campaña publicitaria sobrevenida se tratara, de forma dramática, pudimos comprobar en esos días tan duros para toda la sociedad española, lo que supone, no un día, sino semanas o meses sin empresas.

 

Un tiempo en el que cientos de miles de empresas tuvieron que echar el cierre o buscar formas alternativas, improvisadas, imaginativas, para ofrecernos sus bienes y servicios, muchos de ellos de primera necesidad.

 

Solo entonces, muchos repararon en que esa actividad empresarial es el auténtico motor del engranaje económico de un país.

 

Lo más urgente en esos días era lograr que ese cierre, que esa congelación de la actividad, fuera transitoria. Que las empresas que tuvieron que parar, lo hicieran para poder volver a abrir tan pronto como fuera posible.

 

Nos dimos cuenta de que era necesario garantizar ese tránsito para poder contar al otro lado de la pandemia con la misma oferta de productos y servicios, pero también para poder salvaguardar algo más importante aún, el empleo, que es el proyecto de vida de millones de personas.

 

Las empresas, junto al Gobierno y los sindicatos, fuimos capaces de alcanzar diferentes acuerdos sobre los ERTE, para que este mecanismo de flexibilidad permitiera dejar latentes cientos de miles de empresas y millones de empleos.

 

Y lo logramos, dando la idea de la necesidad de cuidar la actividad empresarial como origen de la actividad económica y del empleo.

 

Además, en aquellos días pudimos comprobar que las empresas son algo más que ese motor económico; son también un puntal más de la solidaridad que la sociedad española ha demostrado siempre cuando ha sido necesaria.

 

En CEOE lo pudimos comprobar cuando, en los primeros compases de la pandemia, activamos desde nuestra Fundación un proyecto que aún hoy sigue en marcha y que llamamos ‘Empresas que Ayudan’.

 

Este programa sirvió de pasarela para trasladar donaciones económicas y materiales de pymes y grandes empresas a colectivos necesitados. Por ejemplo, se distribuyeron productos sanitarios a residencias de ancianos, centros de menores, albergues, centros de día y a un numeroso grupo de organizaciones asistenciales y sanitarias que beneficiaron a 350.000 personas en todo el país. Además, se logró hacer llegar alimentos a 25.000 hogares.

 

Dicho de otro modo, el mundo de la empresa se volcó con la sociedad durante la pandemia, garantizando el suministro de bienes y servicios, propiciando acuerdos para salvaguardar el empleo y canalizando la solidaridad de las compañías.

 

Quisiera insistir en que la pandemia tuvo, por ello, un efecto claro sobre la percepción de las empresas entre la sociedad. Como también lo tuvo la cumbre ‘Empresas Españolas liderando el futuro’, que albergó la sede de CEOE durante casi 15 días en junio de 2020, y en la que los máximos representantes de las principales empresas de todos los tamaños y de todos los sectores económicos del país se reunieron para hacer propuestas de salida a la crisis económica que conllevó la pandemia en España.

 

En los últimos tiempos, en medio del fragor de la pugna política, hemos asistido a momentos en los que el reconocimiento de esta labor de las empresas ha pasado a un segundo término e incluso se ha sustituido por el cuestionamiento o, directamente, el ataque.

 

Por eso, en este momento, es necesario recordar lo que hizo el mundo de la empresa por España y lo que debemos hacer por el mundo de la empresa para que pueda sostener la buena marcha de nuestra economía y del empleo. Más aún, si podemos decir que la pandemia se reveló como el momento de las empresas, lo mismo podría decirse en este enclave histórico en el que están llamadas también a empujar y liderar un cambio de paradigma que supone la transición verde y la transición digital.

 

Se trata de procesos que van a marcar un antes y un después en la forma de hacer empresa, en la economía global y en nuestras vidas. Y sabemos que es nuestra responsabilidad llevarlos a cabo, de nuevo, eso sí, con el apoyo necesario del sector público.

 

Recordemos que no es el papel de las Administraciones Públicas suplir la contribución de las empresas al PIB o al empleo. Sin embargo, tienen un importante rol como facilitadores de un clima institucional óptimo para que, dentro de un espacio de predictibilidad y seguridad jurídica, las empresas puedan centrar sus esfuerzos en invertir, innovar y ser más competitivas en beneficio propio y de la sociedad en último término.

 

Desde las organizaciones empresariales, y con una renovada apuesta por el diálogo social, no vamos a declinar nuestra responsabilidad a la hora de liderar, acompañar y defender los intereses de las empresas españolas en estos tiempos de cambio.

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