José Carlos Díez

PROFESOR DE ECONOMÍA DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ

Productividad, empleo, salarios y tamaño empresarial

Entre 1998 y 2008 España se sobre endeudó con el exterior para montar la mayor burbuja inmobiliaria desde Isabel la Católica y entró en una crisis económica, social, institucional y política en la que aún se encuentra inmersa. La clave es volver a aumentar la productividad, cómo hicimos desde 1960 al año 2000. En ese periodo, nuestra ventaja fueron salarios menores que nuestros socios europeos que hemos perdido. En la Europa del Este y, sobre todo en Asia, hay países con salarios más bajos que los nuestros. Si España quiere volver a converger y aumentar su productividad, necesita mejorar su desarrollo tecnológico, innovación y el capital humano.

 

La clave es pasar del relato y el diagnóstico a la acción. El problema de productividad en España está muy relacionado con el tamaño empresarial. Las empresas españolas de más de 50 trabajadores tienen niveles de productividad y competitividad similares a sus competidores en los países más desarrollados y pagan el doble del salario medio que las empresas de menos de 50 trabajadores. El

problema es que tenemos muy pocas empresas de ese tipo. El peso de esas empresas en España es la mitad que el promedio europeo de los 27 países y una cuarta parte de Alemania.

SI ESPAÑA QUIERE VOLVER A CONVERGER Y AUMENTAR SU PRODUCTIVIDAD, NECESITA MEJORAR SU DESARROLLO TECNOLÓGICO, INNOVACIÓN Y EL CAPITAL HUMANO

Para alcanzar el promedio europeo, España necesita que unas 5.000 empresas, tan sólo el 0,3% del parque empresarial español, pasen de tener 50 trabajadores a más de 250. Si lo consiguen, crearían un millón de empleos directos y si son multinacionales con fuerte efecto arrastre sobre su red de proveedores podrían crear 1,5 o 2 millones y conseguir el pleno empleo, algo que no ha sido posible en toda la democracia. Además, doblarían el salario de esos trabajadores y reduciríamos drásticamente la desigualdad, la precariedad laboral, el descontento social y sería la luz al final del túnel de la crisis institucional y política. Uno de los principales problemas del crecimiento empresarial en España es el deficiente desarrollo de nuestros mercados de capitales, tanto la bolsa como los fondos de capital riesgo, como los mercados de bonos y los fondos de deuda. Las empresas familiares son más resilientes y con capital propio, normalmente por autofinanciación y no reparto de dividendos, y eso ayuda a explicar que sean la mayoría de esas empresas. Pero tienen problemas de financiación de deuda, sobre todo, en garantías exigidas, en plazos de los créditos y en flexibilidad de las estructuras de financiación. Y también serán necesarias empresas de desarrollo tecnológico creadas con patentes de las universidades.

 

Es necesario diseñar un plan de país para apoyar a estas 5.000 empresas como hemos hecho con el lince ibérico o el oso cantábrico. Hay que modernizar el ecosistema tecnológico, modernizar nuestras universidades y avanzar en formación profesional dual. Y hay que aprovechar la gran

oportunidad de los fondos Next Generation de deuda para desarrollar el mercado de capitales español para este tipo de empresas. El crecimiento empresarial, como nos enseñó el economista Joseph Schumpeter, depende del empresario innovador; y en España ya tenemos ese tipo de empresarios. Pero la financiación es el oxígeno del crecimiento empresarial.

 

Además de los fondos europeos, España tiene el viento a favor ya que tenemos las mejores condiciones de viento y sol de la Unión Europea y por primera vez desde el siglo XVIII una energía más abundante y más barata que nuestros socios europeos. Este tema no está entre las

prioridades de los partidos políticos en el Parlamento fragmentado y eso también es una oportunidad para sacarlo del debate político, que es radioactivo. Necesitamos seguridad jurídica y dejar de ser tan creativos con nuestra regulación energética, declararle la guerra a la burocracia que nos tiene paralizados y desarrollar red de alta tensión adaptada a la nueva demanda de desarrollo industrial.

EL CRECIMIENTO EMPRESARIAL DEPENDE DEL EMPRESARIO INNOVADOR Y EN ESPAÑA YA TENEMOS ESE TIPO DE EMPRESARIOS. PERO LA FINANCIACIÓN ES EL OXÍGENO DEL CRECIMIENTO EMPRESARIAL

CEPYME500 ya es una institución y unas 2.500 empresas de alto potencial de crecimiento ya han sido identificadas. Si España consigue CEPYME 5.000 en la próxima década conseguirá tener pleno empleo, doblar su renta por habitante. Desde el sector primario agroalimentario hasta la biotecnología o el sector aeroespacial cuentan con empresas de ese perfil. La clave es tener a un buen empresario innovador con visión global e innovadora. Con la revolución digital y del transporte el mundo de los negocios es más global que en los años ochenta y las empresas que no incorporen las nuevas tecnologías y no inviertan en innovación tendrán problemas para mantener sus cuotas de mercado. Las que lo consigan tienen un océano de 8.000 millones de potenciales clientes esperándoles, y su límite es el cielo.


El futuro es ilusionante y el pasado es incierto, pero necesitamos un plan y ponerlo en marcha cuanto antes. Los parados y trabajadores precarios españoles ya han perdido su paciencia.

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