Papel económico

Análisis del NBER WORKING PAPER 32203

Un estudio demuestra que la desigualdad económica en el mundo disminuye

Un reciente estudio económico del National Bureau of Economic Research (NBER) desafía las estimaciones convencionales sobre la pobreza y la desigualdad global al revelar una tendencia sorprendente: la brecha entre rentas altas y bajas está disminuyendo.

 

En particular, el informe del NBER desmonta el discurso de economistas como el francés Thomas Piketty o el serboestadounidense Branko Milanovic, según los cuales la desigualdad es creciente, conclusión a la que llegan a través de una aproximación estadística e histórica.

 

 

Para Piketty, la disparidad estaría aumentando según los ingresos que se reflejan en encuestas y sondeos, aumento que achaca al peso de los distintos grupos de poder en la sociedad. La visión negativa de la desigualdad del economista galo ya ha sido cuestionada, sin ir más lejos, por el historiador sueco Johan Norberg, a partir de las mismas herramientas históricas que maneja el propio PikettyPero la vuelta de tuerca del reciente informe del NBER es no sólo refutar las conclusiones de Piketty, sino hacerlo desde una perspectiva científica.

 

 

El paper La desigualdad entre países disminuye: Estimaciones infravaloradas de la pobreza, la desigualdad y la distribución global de la renta del NBER, de marzo de 2024, en vez de ceñirse a la estadística y lo declarado por los encuestados en los sondeos, cuya veracidad es cuestionable y heterogénea, amplía las herramientas de investigación y, a través de cálculos econométricos, pone

en duda plausiblemente los ingresos declarados en los sondeos y encuestas para llegar a la conclusión de que la disparidad se reduce no sólo dentro de los países sino en el conjunto del planeta.

 

El estudio —elaborado por los economistas Maxim Pinkovskiy, Xavier Sala i Martin, Kasey Chatterji-Len y William H. Nober, bajo la rúbrica La desigualdad entre países está disminuyendo: Estimaciones fiables de la pobreza mundial, la desigualdad y la distribución global de la renta—

propone un enfoque novedoso para ajustar los ingresos declarados por los encuestados en los sondeos por la persistente subestimación constatada.

 

Según los hallazgos del estudio, la subestimación de los ingresos por parte del 50% más bajo de la distribución mundial de ingresos se ha vuelto particularmente importante en las últimas décadas. Esto sugiere que las estimaciones tradicionales de pobreza y desigualdad estarían distorsionadas y las comparaciones en ellas basadas resultarían, además, carentes de homogeneidad.

 

Los investigadores de la Oficina Nacional de Investigación Económica estadounidense que han elaborado el estudio referido han descubierto que, a pesar de la disminución de la pobreza y la desigualdad global desde la década de los ochenta, la subestimación de ingresos también ha

afectado a los estratos más bajos de la distribución, lo que indica que el progreso económico puede estar siendo infravalorado.

 

Una de las contribuciones más significativas del estudio es su metodología para ajustar las distribuciones de ingresos de encuestas mediante el uso de datos regionales. Al comparar 

las distribuciones regionales de ingresos nacionales y las medias de las encuestas, los investigadores también han logrado estimar la fracción adicional de ingresos que los ricos infra declaran en las encuestas en comparación con los más pobres, lo que les permitió ajustar las distribuciones

de encuestas recopiladas.

 

 

Además, el estudio revela que la desigualdad dentro de los países también está disminuyendo en promedio y ha sido en gran medida constante desde la década de los noventa. Esta reducción de la disparidad dentro de los países se suma a la disminución de la desigualdad entre países, lo que sugiere una tendencia global hacia una menor dispersión entre las rentas más altas y bajas.

 

Una vez más, el NBER da un paso importante para entender mejor el fenómeno del crecimiento económico y cuál es el reflejo real en la sociedad. También muestra hasta qué punto los trabajos de investigación basados en datos no homogéneos o distorsionados realizados a partir de fuertes prejuicios ideológicos apriorísticos llegan, casi con toda seguridad, a conclusiones alejadas de la realidad que pretenden estudiar. El NBER es un organismo del que han partido en las últimas décadas las investigaciones más fiables reconocidas a escala global, como las llevadas a cabo por Robert J. Barro, Robert Lucas, Harry Markowitz y Martin Feldstein, entre otros.

Extracto del estudio que demuestra que la desigualdad disminuye

El documento de trabajo 32203 del National Bureau of Economic Research (en adelante, NBER), de marzo de 2024, elaborado por los economistas Maxim Pinkovskiy, Xavier Sala-i-Martin, Kasey Chatterji-Len y William H. Nobertitulado La desigualdad entre países está disminuyendo:

Estimaciones fiables de la pobreza mundial, la desigualdad y la distribución global de la renta (http://www.nber.org/papers/w32203) llega a la conclusión de que las encuestas realizadas a los hogares sobre su renta adolecen de una persistente y creciente infradeclaración. En consecuencia, estos cuatro economistas proponen en este paper un procedimiento novedoso para ajustar los ingresos declarados en las encuestas de modo que sean más fieles a la realidad, al haber constatado y medido la divergencia entre lo declarado y los ingresos o renta plausibles.

 

El procedimiento para ajustar los ingresos declarados en las encuestas en función de la infradeclaración detectada se hace mediante un modelo económico estimativo de la infradeclaración cuyo principal parámetro de impacto es la elasticidad de los ingresos regionales de las cuentas nacionales con respecto a los ingresos regionales de las encuestas, lo que depara una relación, una elasticidad, entre la infradeclaración y la renta. Es decir, la inexactitud de las declaraciones en las encuestas está vinculada al nivel de renta. Entonces, para hacer un estudio real de la desigualdad, hace falta ajustar lo declarado en encuestas para manejar datos más próximos a la realidad, como hace este estudio.

 

Esa elasticidad entre la infradeclaración y los ingresos se revela constante a lo largo del tiempo, lo que permite tomarla como un parámetro dentro del estudio, máxime cuando se detecta que implica una corrección grande sobre los datos usados en prospecciones que sólo atienden a lo declarado, al margen de su veracidad o no, y con más motivo al corroborarse que la variación de las cifras declaradas en encuestas, e incorporadas sin tratamiento ulterior por algunos estudios, sobre las cifras de renta oficiales es relativamente constante.

 

 

El estudio del NBER determina que la infradeclaración de la renta por parte del 50% inferior de la distribución mundial de la renta ha cobrado especial importancia en las últimas décadas. Por ello, el estudio confirma que la pobreza y la desigualdad mundiales han disminuido drásticamente entre 1980 y 2019. Además, este paper observa que la desigualdad dentro de los países también está cayendo en términos medios y que se ha mantenido prácticamente constante desde la década de los 90.

1.  Punto de partida

Edificio del NBER en Cambridge, Massachusetts

Durante las dos últimas décadas, se ha generalizado la idea de que la pobreza y la desigualdad mundiales han disminuido considerablemente desde la década de 1980. Las pruebas se han obtenido generalmente a partir de encuestas de hogares realizadas en países en desarrollo y

desarrollados de todo el mundo recopiladas por el Banco Mundial como parte de su Plataforma sobre Pobreza y Desigualdad (Banco Mundial 2023, PIP). Estos datos son la base del programa de seguimiento de la pobreza del Banco Mundial, que ha constatado descensos sostenidos de la pobreza de 1 dólar al día en todo el mundo (Chen y Ravallion, 2010). Otras investigaciones con base

en estas encuestas han hallado descensos de la pobreza aún más pronunciados (Sala-i-Martin, 2002 y 2006), y una amplia bibliografía ha empleado estas encuestas y sus antecedentes para afirmar que la desigualdad mundial está disminuyendo (Bourguignon y Morrisson, 1992; Bhalla, 2001; Sala-i-Martin, 2002 y 2006; Pinkovskiy y Sala-i-Martin, 2009).

 

Sin embargo, la bibliografía ha reconocido una incertidumbre considerable en los datos sobre ingresos y distribución procedentes de estas encuestas, siendo la notificación errónea de datos uno de los principales problemas para interpretar la realidad (Deaton, 2005; Korinek, Mistiaen y Ravallion, 2006). Pinkovskiy y Sala-i-Martin corroboran aún más esta preocupación y descubren que las medias de las encuestas de hogares tienen muy poco poder predictivo de los ingresos reales no observados una vez que se utiliza el PIB per cápita. Por este motivo, una parte importante

de la bibliografía (Bhalla, 2001; Sala-i-Martin, 2002 y 2006; Pinkovskiy y Sala-i-Martin, 2009) ha utilizado el PIB per cápita en lugar de la media de encuestas para recentrar las distribuciones de ingresos de los países. Chen y Ravallion (2010) también reconocen el hecho de que es probable que las medias de las encuestas subestimen sistemáticamente los ingresos reales no observados.

No obstante, las estimaciones de referencia de la pobreza y la desigualdad del PIP reflejan únicamente los datos de las encuestas.

 

Ahora bien, si las encuestas de hogares infravaloran sistemáticamente la renta agregada, es probable que también distorsionen su distribución. Deaton (2005) reconoció esta posibilidad. Sin embargo, toda la literatura citada ha asumido que las deficiencias en la información de las encuestas sólo afectan a la media y, por lo demás, operan de una manera neutra desde el punto de vista de la distribución. Un enfoque alternativo para resolver este problema ha sido utilizar datos fiscales (Piketty, 2003; Piketty y Saez, 2003; Alvaredo et al., 2018) que se aplican a la distribución mundial de la renta.

 

El conjunto de datos resultante de curvas de Lorenz individuales de cada país y mundiales, usando una mezcla de datos de encuestas e impuestos, así como encuestas ajustadas con las relaciones de otros países entre encuestas y datos fiscales, se conoce como la Base de Datos Mundial sobre Desigualdad (en adelante, WID). Aunque los datos fiscales de la mayoría de los países desarrollados son de alta calidad y cubren una gran parte de su población e ingresos nacionales, los datos fiscales del mundo en desarrollo suelen faltar por completo —es el caso de África— o cubren fracciones muy pequeñas de la población y los ingresos.

 

Así, para los dos países más grandes del mundo, Piketty, Yang y Zucman (2019) ven datos fiscales para solo el 0,5 % de todas las unidades fiscales chinas, y Chancel y Piketty (2019) ven datos fiscales para menos del 2% de las de India. Por lo tanto, estaba pendiente hallar cómo corregir las encuestas de hogares debido a las declaraciones inexactas. Este trabajo del NBER propone una metodología para ajustar las distribuciones de ingresos de las encuestas de hogares explotando los datos regionales sobre los ingresos de las cuentas nacionales, las medias de las encuestas y la desigualdad de las encuestas.


Dado que las encuestas de hogares se realizan a escala nacional, todos los encuestados de todas las regiones deberían enfrentarse al mismo cuestionario, y la relación entre su respuesta a la encuesta y sus ingresos reales debería ser aproximadamente homogénea en todas las regiones. Por lo tanto, si las respuestas erróneas de las encuestas dependen de los ingresos reales de los encuestados,

deberíamos poder deducir la relación entre las respuestas erróneas basándonos en la relación empírica entre los ingresos de las regiones subnacionales en las encuestas y los ingresos de las regiones subnacionales en las cuentas nacionales.


En concreto, si en las encuestas de hogares los ricos declaran menos ingresos de los que declaran los pobres, cabría esperar que la distribución regional de las medias de las encuestas de hogares fuera menos desigual que la distribución regional del PIB per cápita.


Comparando las dos distribuciones, deberíamos poder estimar la fracción adicional de ingresos que los ricos declaran de menos en las encuestas de hogares en comparación con lo que declaran de menos los pobres, y ajustar las distribuciones de las encuestas de hogares declaradas.


Principales supuestos: 1) Los ingresos reales y los ingresos de las encuestas tienen, por término medio, una relación homogénea a nivel nacional. 2) Los datos sobre el PIB regional están sujetos a errores que no están correlacionados con los datos de las encuestas regionales.


Partiendo de estas premisas, recopilamos datos sobre el PIB per cápita regional y los medios de las encuestas de hogares regionales de diversas fuentes para estimar la relación entre los ingresos reales y los ingresos de las encuestas en países que representan hasta el 75% de la población mundial.


Para cada encuesta de hogares con datos regionales, estimamos los parámetros de ajuste de la desigualdad utilizando únicamente los datos de esa encuesta y las cuentas nacionales del año correspondiente sin tener que hacer suposiciones de homogeneidad entre países. Extrapolando los parámetros de ajuste para los países sin datos regionales, creamos una distribución mundial coherente del PIB per cápita de las cuentas nacionales. Además, estimamos la distribución del consumo de los hogares per cápita para comparar mejor nuestros resultados con las estimaciones

de pobreza global de las encuestas de hogares del Banco Mundial a diferentes tasas de pobreza.

2.  Interferencias principales

En primer lugar, mostramos que los menos adinerados también declaran mal, y que han ido desempeñando un papel más importante en la declaración errónea agregada a lo largo del tiempo. Mientras que el 50% inferior de la distribución global de la renta declaraba una fracción mayor

de sus ingresos en 1980 que el 10% superior, en 2019 ocurre lo contrario. Además, en 2019, el 50% inferior también representa una fracción mayor de la infradeclaración global de la renta disponible que su cuota de ingresos en la encuesta. Por lo tanto, los más pobres también declaran menos, y sus ingresos infra declarados son una fracción significativa tanto de la infradeclaración en toda la

distribución de la renta como de los verdaderos ingresos subyacentes de su propio segmento de renta.

 

En segundo lugar, reproducimos las conclusiones de la literatura anterior de que la pobreza y la desigualdad mundiales han disminuido desde la década de 1980. La tasa de pobreza mundial en el umbral de 2,15 dólares al día es ligeramente superior al 6% para nuestra estimación de referencia utilizando el consumo de los hogares per cápita, pero es del 10% con la medición comparable basada únicamente en el PIP. También observamos que el bienestar mundial, medido por el Índice Sen, ha aumentado más de un 20% utilizando nuestro método. Por lo tanto, incluso después de ajustar los errores sistemáticos de las encuestas, nuestros resultados ofrecen una imagen sustancialmente más optimista de la distribución mundial de la renta que el Banco Mundial o de la Base de Datos Mundial sobre Desigualdad.

 

En tercer lugar, observamos que no sólo ha disminuido la desigualdad global, sino que este descenso también se ha reflejado en la desigualdad dentro de los países. Ha disminuido en varios países grandes como China, India e Indonesia. Por lo tanto, los recientes descensos de la desigualdad se deben tanto a la disminución de la desigualdad entre países como a la disminución de la desigualdad dentro de los países, en lugar de que la desigualdad dentro de los países actúe como un factor adverso.

 

Por último, el mundo lo está haciendo mucho mejor de lo que pensábamos no sólo en la eliminación de la pobreza extrema, sino también en los umbrales de pobreza más altos. Constatamos que las tasas de pobreza en umbrales de 3,65 y 6,85 dólares al día han descendido al 30% y al 50%, respectivamente, de sus niveles de 1990, lo que es considerablemente inferior a lo estimado por el Banco Mundial utilizando únicamente las encuestas de hogares.

 

Así pues, la distribución mundial de la renta no está tan definida por un gran precariado modestamente por encima de un umbral de pobreza extrema pero susceptible de caer en la indigencia tras una crisis mundial, sino más bien por una verdadera clase media mundial que no es

pobre ni siquiera según los estándares de los países de renta media-alta.

3.  Utilización de datos regionales para corregir los errores de las encuestas

A través de un modelo matemático que enfrenta los datos procedentes de encuestas con los observados en términos agregados, se halla un parámetro llamado , que representa la elasticidad de la respuesta en la encuesta a la renta subyacente. Este parámetro mide la distribución de la declaración inexacta entre los distintos niveles de renta —progresividad de la declaración inexacta— y no el alcance de la declaración inexacta. En función del valor de se recalcula la renta estimada a partir de una aproximación a la variación de lo declarado sobre la realidad. La forma en que se reparte la renta declarada erróneamente depende de la distribución de la renta.

 

En la Tabla I se recogen y tratan las rentas de EEUU en el año 2000.

Tabla 1

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* Elasticidad de la respuesta de la encuesta a la renta subyacente
**Base de Datos Mundial sobre Desigualdad
Nota: En cada fila se indican las fracciones de los ingresos totales declarados erróneamente atribuibles al 50% y al 10% superior, respectivamente. Las filas denominadas “WID” y “Nuestra estimación” informan de estos datos, y “Nuestra estimación” informa de estas fracciones, bien directamente a partir de los datos de la WID y de la encuesta de hogares, o utilizando nuestra estimación sobre datos de las cuentas nacionales sobre el PIB de los estados de EEUU.

Los cálculos realizados a partir de los datos de la WID combinados con los datos de la encuesta de hogares de EEUU en 2000 sugieren que el 50% inferior representa sólo el 7,3% de los ingresos totales declarados erróneamente, mientras que el 10% superior representa más del 50%.

Gráfico 1. Índice de GINI mundial utilizando diferentes conceptos de renta y desigualdad  

Nota: El gráfico 1 muestra el grado en que las estimaciones de la desigualdad mundial pueden verse afectadas por la corrección de las encuestas de hogares mediante la variación del parámetro.

– La línea azul continua presenta el coeficiente de Gini mundial utilizando encuestas de hogares del PIP.

– La línea marrón continua muestra el mismo coeficiente utilizando datos de encuestas de hogares tanto para la media como para la dispersión de las distribuciones de ingresos de los países. Podemos ver que el Gini mundial está disminuyendo independientemente de la medida utilizada, pero es más bajo y disminuye más rápidamente para las series que utilizan el PIB per cápita para anclar la distribución de los ingresos de cada país.
– La línea azul discontinua presenta la desigualdad mundial anclando las encuestas de hogares al PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo (PPA) de 2017. Vemos que esto aumenta ligeramente la desigualdad global, pero está considerablemente más cerca de anclarse al PIB per cápita que a la media de la encuesta de hogares.
– La línea verde continua presenta la desigualdad global estimada utilizando datos de la Base de Datos Mundial sobre Desigualdad, que utiliza datos fiscales para ajustar la desigualdad de las encuestas y centra la distribución utilizando el PIB. Sugiere una desigualdad global mucho mayor que las otras tres series (un Gini de 0,67 en 2019, frente al 0,62 de la serie que utiliza solo datos PIP y el 0,57 de la serie que ancla las encuestas de hogares al PIB), y un descenso mucho menor del Gini desde 1980.
– La línea verde discontinua presenta la desigualdad global estimada ajustando las encuestas de hogares utilizando el parámetro WID individual de cada encuesta y una ecuación de nuestro modelo. Vemos lo cerca que podemos reproducir las estimaciones de desigualdad global basadas en la WID utilizando las familias paramétricas de curvas definidas por nuestra ecuación, lo que implica que nuestra metodología no excluye las estimaciones de la WID mediante la elección del modelo.
– Por último, la línea roja continua muestra el límite superior del Gini mundial en cada año si se permite que varíe hasta un valor de 2 (un valor superado o alcanzado por la WID sólo para 8 de las 1934 encuestas de hogares de la PIP), y si las distribuciones se centran utilizando el PIB. Está claro que la desigualdad podría ser mucho mayor de lo que sugieren incluso las estimaciones de la WID. Las trayectorias temporales de la desigualdad entre la línea azul sólida y la línea roja sólida podrían aumentar o disminuir con el tiempo de diversas maneras, lo que hace que la estimación de para cada encuesta sea fundamental para comprender la desigualdad
mundial.

El modelo prosigue con una estimación econométrica del error de medición en las encuestas de hogares, con el establecimiento de supuestos para los países con ausencia de datos para dar solidez completa al estudio, así como con una estimación de la renta ajustada para hallar la renta real de cada percentil.

 

Después, define las fuentes de datos de las cuentas nacionales de cada país y año. Según zonas, se usa OCDE Stats y Gennaioli et al. (2014), el Luxembourg Income Study (LIS), la Base de Datos Socioeconómicos para América Latina (SEDLAC) así como datos del PIB de las cuentas regionales.

4.  Resultados

En primer lugar, presentamos pruebas de la progresividad de los errores de declaración en todo el mundo. Para la década de los 90 y principios de los 2000, nuestras estimaciones coinciden con la WID en la progresividad general de la infradeclaración en las encuestas de hogares, pero posteriormente sugieren que la progresividad de la infra notificación se mantuvo estable en lugar de experimentar un aumento espectacular. Nuestras estimaciones de sugieren una menor progresividad de la infradeclaración en general, con una tendencia de la progresividad de la infradeclaración que aumenta ligeramente en las décadas de 1990 y 2000 y se estabiliza en la década de 2010. La estabilización de la progresividad de la infra notificación en nuestras estimaciones sugiere que la dinámica de la desigualdad dentro de los países debería aproximarse mejor a la de las encuestas de hogares que a la de la WID.


En relación con las estimaciones obtenidas utilizando únicamente encuestas, observamos una infradeclaración considerable en todas las series que representan la renta antes de impuestos o el PIB (lo que sugiere que una fuente de infradeclaración sistemática es la diferencia en el concepto de renta) y muy poca infradeclaración por parte de los pobres, acompañada de una infradeclaración

moderada por encima del percentil 20 en nuestras series basadas en el consumo final de los hogares.


En 2019, sin embargo, el panorama cambia. Ahora, nuestras estimaciones de la renta en cada percentil para la serie de referencia del PIB están muy por encima de las estimaciones correspondientes de la WID para los pobres hasta la mediana de la distribución mundial de la renta,

mientras que se mantienen cerca de ellas para las rentas más altas.


Para comprobar que la infradeclaración de los pobres está presente, aumenta y es significativa, y para comparar y contrastar nuestros resultados sobre la infradeclaración a lo largo del tiempo, observamos estimaciones de dos medidas relacionadas con la infradeclaración para el 50% inferior de la distribución mundial de la renta, así como para el 10% superior, para varios enfoques de estimación de la distribución mundial de la renta.

Gráfico 2  

Nota:
– El panel a) muestra la fracción de la infradeclaración total que corresponde al 50% inferior a lo largo del tiempo. Se demuestra que la infradeclaración de los pobres es una parte cada vez más importante de la distribución global de la renta.
– El panel b) muestra la fracción de la infradeclaración total que corresponde al 10% más rico. Ofrece una imagen muy similar a la del panel a), con una disminución de esta fracción a lo largo del tiempo. Llegamos a la conclusión de que, con el tiempo, la infradeclaración de los pobres es cada vez más importante en relación con la infradeclaración de los ricos.
– Los paneles c) y d) muestran la fracción de la renta captada por las encuestas para el 50% inferior y el 10% superior. Nuestros resultados implican que, a medida que el crecimiento mundial llegaba cada vez más a los pobres a partir de principios de la década de 2000, los pobres empezaron a declarar gradualmente cada vez menos de sus ingresos o consumo en las encuestas de hogares, mientras que este efecto fue menos pronunciado para los ricos.

5.  Pobreza, desigualdad y bienestar en el mundo

A grandes rasgos, podemos decir que el aumento de la desigualdad en el consumo que observamos tras ajustar las encuestas de hogares para tener en cuenta los errores en la información es igual o inferior a la medida en que la desigualdad entre países es mayor en los ingresos de las encuestas de hogares que en el consumo de las cuentas nacionales.

 

Con los ajustes de nuestro modelo, vemos que la estimación de la pobreza sugiere que ésta es menor que la medida utilizando únicamente las encuestas de hogares. Según nuestros resultados, la pobreza global de consumo de un dólar al día es aproximadamente la mitad de lo que pensaríamos utilizando únicamente las encuestas. Podemos cuantificar el impacto del ajuste de la encuesta: si utilizamos el consumo de los actores nacionales para centrar cada distribución de ingresos de la encuesta, pero dejando por lo demás estas distribuciones sin cambios, se obtendría un descenso de la pobreza del 36% en 1980 al 4,3% en 2019.

 

Las estimaciones de la tasa de reducción de la pobreza utilizando nuestras asunciones muestran una tasa de reducción de la pobreza más rápida que las estimaciones que utilizan únicamente encuestas. Utilizar el PIB per cápita para centrar la distribución de cada país y no ajustar las medidas de desigualdad o utilizar las estimaciones de desigualdad de la WID genera tasas más lentas de

reducción de la pobreza, con lo que la pobreza mundial seguirá manteniéndose en 2019 en torno al 35-45% de la de 1990. Sin embargo, si se utiliza el PIB per cápita y las medidas de desigualdad ajustadas se obtiene una tasa de reducción de la pobreza mucho más rápida, con una pobreza

mundial en 2019 de sólo el 24% de la tasa existente en 1990. Nuestros resultados sugieren que no deberíamos revisar al alza las estimaciones de pobreza mundial y su persistencia, sino que deberíamos revisarlas a la baja. Nuestra réplica de la WID utilizando curvas de Lorenz en la familia definida por una ecuación de nuestro modelo sugiere un aumento del bienestar del 109%. Sin embargo, nuestros resultados utilizando estimaciones de desigualdad ajustadas sugieren un crecimiento del bienestar aún mayor: del 123% para nuestra estimación utilizando el PIB per cápita y del 135% para nuestra estimación utilizando el consumo final de los hogares per cápita. Cabe destacar que nuestro enfoque para ajustar consumo per cápita — que es bastante conservador, ya que a menudo emplea datos sobre el PIB regional en lugar de la renta disponible regional o el consumo— sigue encontrando que el bienestar global aumentó en más de un 40% de su nivel de 1990 de lo que encontraríamos si utilizáramos sólo los datos de la encuesta.

 

Utilizar los agregados de las cuentas nacionales sin ajustar la desigualdad daría como resultado un crecimiento del bienestar del 133% para el PIB per cápita y del 141% para el consumo per cápita. Por lo tanto, cuando ajustamos explícitamente la desigualdad de las encuestas para tener en cuenta los errores en las declaraciones, seguimos obteniendo estimaciones del crecimiento del bienestar superiores a las de la WID o el Banco Mundial. Sin embargo, es importante realizar el ajuste de la encuesta, ya que disminuye el crecimiento del bienestar en aproximadamente un 6-10% del nivel de bienestar de 1990 en relación con el uso de encuestas no ajustadas y datos de las cuentas nacionales para centrar la distribución de cada país.

6.  Disminución de la desigualdad dentro de los países

Aunque es bien sabido que la desigualdad mundial ha disminuido en términos generales, existen controversias sobre en qué medida este descenso se debe a la disminución de la desigualdad entre países. Para explorar esta cuestión, dejamos de medir la desigualdad con el coeficiente de Gini y utilizamos en su lugar la desviación logarítmica media (DLM).

 

Es un hecho aceptado que el descenso de la desigualdad entre países (por ejemplo, el aumento de los ingresos de China e India en relación con Estados Unidos y Europa) ha sido fundamental para el descenso general de la desigualdad.

 

Nuestro ajuste de la desigualdad basado en las regiones proporciona una explicación alternativa de la desigualdad tanto a la WID como a las encuestas de hogares. Según las encuestas a hogares, la desigualdad dentro de los países siempre ha sido baja, y nunca ha superado un DLM de 0,27 desde 1980, que es inferior al descenso del DLM entre países durante este periodo. La desigualdad dentro de los países en las encuestas se estabiliza en la década de 2000 y disminuye aproximadamente un 0,02 durante la década de 2010. Por otro lado, según la WID, la desigualdad

dentro de los países ha sido muy alta, comenzando algo por encima de 0,4 en 1980 y disparándose

por encima de 0,6 a principios de la década de 2010, lo que supone un aumento de 0,2 en la desigualdad general de la DLM y compensa gran parte de la disminución de la desigualdad entre países.

 

Nuestras estimaciones de la desigualdad por regiones coinciden con las de la WID en que la igualdad dentro de los países es mucho mayor que en las encuestas de hogares no ajustadas, lo que también se refleja en las estimaciones generales de la desigualdad. Observamos que todos los enfoques, incluidas las encuestas a hogares y la WID, así como nuestras estimaciones, concluyen que la desigualdad dentro de los países se desacelera en la década de 2010, por lo que hay acuerdo en que la tendencia creciente de la desigualdad dentro de los países durante los 30 años anteriores se ha detenido. Sin embargo, sigue habiendo desacuerdo entre la WID y las encuestas de hogares

no ajustadas sobre si la desigualdad dentro de los países ha disminuido o simplemente se ha estabilizado. Nuestra metodología, que incluye tanto la WID como las encuestas en una familia común de distribuciones de la renta y utiliza datos externos para identificar el parámetro de ajuste adecuado, sugiere resolver este debate a favor de las tendencias descubiertas en las encuestas.

Cabe señalar que existen otras formas de considerar la desigualdad dentro de un país. Aunque los distintos índices de desigualdad pueden descomponerse en componentes que dependen o no de la desigualdad dentro del país, nosotros nos centramos en los índices de desigualdad dentro del país ponderados por la media de la población. Estos índices tienen la interpretación intuitiva de que, si la desigualdad dentro del país es relevante para el bienestar, debe generar alguna externalidad negativa que afecte sólo a los residentes del país en cuestión y no al resto del mundo. Puede tratarse de una externalidad política, como una menor competencia política, o de una externalidad económica, como experimentar una utilidad positiva por no consumir menos que los compatriotas.

Ahora bien, si el bienestar es agregativo, entonces debería ser la media ponderada por la población —en lugar de, por ejemplo, la media ponderada por los ingresos— de las medidas a nivel de país. Por lo tanto, los índices de desigualdad dentro de los países ponderados por la población deberían

ser relevantes para el bienestar, aunque no formen parte de las descomposiciones exactas de los índices de desigualdad globales dentro de cada país y entre países.

7. Descensos de la desigualdad en países grandes

Desigualdad en China entre 2007 y 2019 casi invirtió el aumento inicial de 1990 a 2007. El hecho de que estimemos aumentos más pequeños y descensos más grandes en la proporción del 10% superior chino es coherente con el hecho de que las declaraciones falsas de encuestas en China se vuelvan menos progresivas con el tiempo en relación con lo que implica la WID.

 

La proporción de los ingresos del 10% más rico en la India se disparó según la WID, aumentando 14,5 puntos porcentuales entre 1990 y 2007, y otros 8 puntos porcentuales entre 2007 y 2019. En cambio, las encuestas de hogares revelan un aumento mucho más modesto de la desigualdad

durante el primer período y una franca caída en el segundo. Nuestras estimaciones sugieren un aumento mayor en el periodo anterior a 2007 que las encuestas de hogares, pero también un descenso mayor que casi anula el aumento inicial, lo que sugiere un cambio neto pequeño en la proporción del 10% superior. Para obtener los resultados de la WID, la infradeclaración debería haber sido cada vez más progresiva en la India a lo largo del tiempo, con el 10% superior declarando una parte cada vez menor de sus ingresos en relación con lo que declaraba el resto de la distribución. Por el contrario, nuestros resultados sugieren que la infradeclaración en la India se mantuvo en un nivel constante de progresividad desde la década de 1990.

 

Para EEUU, encontramos un mayor aumento en la cuota del 10% superior del PIB que en las encuestas de hogares e incluso que, en la WID, tanto antes como después de la crisis financiera mundial. También observamos un aumento mayor de la proporción de la renta disponible correspondiente al 10% superior en el periodo anterior a la crisis, aunque se invierte parcialmente en el periodo posterior a la crisis. Parte de nuestro hallazgo de un aumento muy elevado de la desigualdad estadounidense en el PIB se debe probablemente a las diferencias conceptuales entre el PIB y la renta antes de impuestos (el concepto de renta utilizado para construir las estimaciones de la desigualdad mundial en la WID). Nuestros resultados sugieren que es probable que la sobrevaluación de la progresividad en las encuestas de hogares estadounidenses no sea menor de lo que implican las estimaciones de la WID, incluyendo el trabajo de Piketty y Saez (2003).

 

Para los siguientes cuatro países más grandes (Indonesia, Pakistán, Brasil y Nigeria), encontramos disminuciones de la desigualdad en el período posterior a la crisis que superan los aumentos de la desigualdad en el período anterior a la crisis, o disminuciones de la desigualdad en ambos períodos. En general, esto coincide con las encuestas de hogares de la PIP del Banco Mundial y, en el caso de algunos países, también con la WID. Estas estimaciones sugieren que la progresividad de la infradeclaración generalmente no aumentó tanto en estos países como se deduce de la WID, ya que el 10% más rico de estos países redujo la fracción de ingresos que declaran en las encuestas de

hogares más de lo que lo hizo el resto de la distribución. Concretamente, llegamos a esta conclusión porque la elasticidad del PIB regional per cápita con respecto a la renta (o consumo) media de las encuestas de hogares en estos países no ha aumentado en general con el tiempo, y con frecuencia ha disminuido.

 

Considerando como un conjunto a los siete países más grandes, vemos que sus aumentos en la proporción del 10% superior durante el período anterior a la crisis se invirtieron parcialmente —de hecho, casi por completo— durante el período posterior a la crisis. Estos resultados explican

por qué nuestras estimaciones sugieren que la desigualdad global dentro de los países se redujo, mientras que las estimaciones de la WID no lo hacen, pero ponen de relieve que nuestras estimaciones, junto con las del Banco Mundial y la WID son coherentes con una desaceleración

considerable en el crecimiento de la desigualdad dentro de los países después de la crisis financiera mundial.

8. Descensos más profundos y rápidos de la pobreza con tasas de pobreza más altas

Consideramos el comportamiento de la tasa de pobreza de 2,15 dólares al día, mostrando que es casi un 40% más baja en 2019 cuando se centra cada distribución del consumo nacional en las cuentas nacionales y se utiliza nuestro enfoque basado en la región para ajustar la desigualdad

que cuando se utilizan datos no ajustados de las encuestas de hogares. Sin embargo, el umbral de pobreza de 2,15 dólares al día representa una definición muy específica de la pobreza. Es la mediana del umbral de pobreza de todos los países clasificados por el Banco Mundial

como de renta baja —con un PIB per cápita inferior a 1.085 dólares, como Afganistán, Etiopía y la RDC— y, por lo tanto, intenta captar qué fracción de la población mundial vive por debajo de un nivel material que pueda considerarse verdaderamente calamitoso. Tendríamos ideas muy distintas de la distribución mundial de la renta para el mismo valor de la tasa de pobreza de 2,15 dólares al día si nos dijeran que una gran fracción de los no pobres (según esa línea) subsiste con unos ingresos inferiores a esa tasa en un dólar al día, siempre al borde de caer de nuevo en la miseria, que si nos dijeran que sólo una pequeña parte de los no pobres se encuentran en esta precaria situación. Con el fin de distinguir estos escenarios, el Banco Mundial presenta estimaciones de la tasa de pobreza para dos umbrales alternativos. Estos son 3,65 dólares al día, que representa el umbral de pobreza medio de los países de renta media-baja (países con un PIB per cápita de entre

1.000 y 4.000 dólares; por ejemplo, India, Egipto, Bolivia), y el umbral de 6,85 dólares al día, que representa el umbral de pobreza medio de los países de renta media-alta (con un PIB per cápita de entre 4.000 y 13.000 dólares; por ejemplo, China, Sudáfrica, México, Brasil, Turquía). Comprobamos que nuestra metodología sugiere diferencias significativas en el comportamiento de estas tasas de

pobreza si se utiliza el ajuste de desigualdad basado en la región en relación con los enfoques de la PIP del Banco Mundial y de la WID. 

 

Examinando las tasas de pobreza de 3,65 dólares al día, vemos que, independientemente del método de aproximación, han ido disminuyendo con el tiempo. También se observa que son más elevadas si sólo se utilizan las encuestas, y mucho más bajas si centramos las distribuciones en el consumo de las cuentas nacionales y ajustamos las encuestas utilizando nuestro procedimiento basado en las regiones. Mientras que la tasa de pobreza de 3,65 dólares al día se ha reducido a la mitad en relación con 1990 si se utilizan sólo las encuestas o el WID, nuestras estimaciones utilizando el consumo de las cuentas nacionales sugieren que se redujo a la mitad a principios de la década de 2010 y que las tasas de pobreza actuales son aproximadamente el 25% de las que prevalecían en 1990.

 

Las estimaciones de las tasas de pobreza de 3,65 dólares al día son más bajas si se utiliza el PIB para centrar las distribuciones nacionales, ya sean ajustadas o sin ajustar. Las estimaciones no ajustadas que utilizan el PIB o el consumo final de los hogares, así como las estimaciones corregidas por errores de información que utilizan el PIB o el consumo, muestran que en 2019 la pobreza de 3,65

dólares al día se redujo a menos de una cuarta parte de su nivel de 1990.

 

En cuanto a las estimaciones de la pobreza del umbral de 6,85 dólares al día, cabe señalar que nuestras estimaciones basadas en el gasto en consumo final de los hogares con los ajustes de desigualdad basados en la región son estimaciones conservadoras de la pobreza en cualquier umbral. La pobreza, incluso tal y como se entiende en los países de renta media sólida y no la privación extrema de las personas en los márgenes de subsistencia, se está convirtiendo rápidamente en una reliquia del pasado. Las personas por encima de este umbral de pobreza no serían consideradas pobres en países como China, Turquía o Brasil. Utilizar el PIB en lugar de las encuestas de hogares o el consumo para centrar las distribuciones de ingresos, incluso con ajustes, reduce aún más esta tasa de pobreza, ya que sólo una cuarta parte de la población mundial es pobre según el umbral de 6,85 dólares al día, conforme a los cálculos que utilizan los datos de la WID, y menos de una quinta parte es pobre según nuestra metodología de corrección de las encuestas de hogares utilizando el ajuste regional. La pobreza global de 6,85 dólares al día se ha

reducido recientemente a la mitad con respecto a su nivel de 1990 si se utilizan nuestras estimaciones basadas en el consumo o las estimaciones basadas en la WID, y se sitúa ligeramente por encima del 30% de su nivel de 1990 si se usan nuestras estimaciones basadas en el PIB, aunque está lejos de reducirse a la mitad si tiramos únicamente de las encuestas. Aunque está claro que el ajuste de las encuestas de hogares revisa al alza las estimaciones de pobreza en cantidades sustanciales —si combináramos el PIB con las distribuciones de las encuestas de hogares habríamos obtenido que sólo una décima parte de la población mundial está por debajo del umbral de 6,85 dólares al día—, este ajuste sugiere que la desigualdad se redujo mucho más durante la década de 2010 de lo que sugiere la WID y, por lo tanto, que mucho más del crecimiento de esa década ayudó a sacar a la gente de la pobreza según cualquier definición.

9. Contabilización de la incertidumbre estadística en las estimaciones

Es interesante e importante preguntarse hasta qué punto nuestras estimaciones sobre la reducción de la pobreza, el aumento del bienestar y la disminución de la desigualdad dentro de los países son sólidas con respecto a la incertidumbre estadística en nuestro procedimiento de estimación. La incertidumbre estadística entra en nuestros cálculos en tres puntos:

 

1) Error de muestreo en los datos de registro de unidades en las encuestas de hogares.

2) Error de medición en el PIB logarítmico o en el gasto en consumo de los hogares per cápita a nivel de región, capturado por un término de error en la tercera ecuación de nuestro modelo.

3) Los efectos de estos errores en las correcciones y extrapolaciones.

 

En esta fase, verificamos que ninguna de estas fuentes de variabilidad afecta a nuestras conclusiones y proporcionamos límites para la sensibilidad de nuestro enfoque a ellas. Calculamos la incertidumbre estadística en las para cada país. De este modo, este esquema de muestreo captura tanto el error de muestreo en los datos de registro unitario y el error de medición en la variable dependiente nuestro modelo. Armados con una estimación de la varianza de para cada país, podemos calcular la incertidumbre en torno a las estadísticas de la distribución mundial de la

renta tomando muestras de las distribuciones de cada estimación de, y siguiendo los pasos de interpolación y extrapolación para producir muestras de la distribución de las estimaciones de la pobreza, la desigualdad y el bienestar mundiales. Para ello, necesitamos hacer suposiciones sobre las correlaciones cruzadas de los errores de entre países y años. Dos hipótesis opuestas son: uno, que los errores en son independientes en todas las encuestas; y dos, que los errores en están perfectamente correlacionados en todas las encuestas de un país, pero son independientes

en las encuestas de diferentes países. Proporcionamos estimaciones de la varianza utilizando tanto la hipótesis correlacionada como la independiente, y esperamos que la verdad se encuentre en algún punto intermedio. Para cada caso, construimos 1.000 estimaciones diferentes de la distribución mundial y las utilizamos para calcular la incertidumbre en nuestras estimaciones.

 

La Tabla II presenta los resultados de nuestro ejercicio. Complementamos nuestras estimaciones de referencia y su incertidumbre con las cifras correspondientes de la WID, nuestra réplica de la WID utilizando el modelo paramétrico de nuestras ecuaciones y de la Plataforma de Pobreza y Desigualdad del Banco Mundial.

Tabla 2
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10. Conclusión: El mundo es un lugar menos pobre y menos desigual de lo que se pensaba

En este trabajo intentamos abordar de frente el problema de ajustar las medidas de desigualdad de las encuestas de hogares para hacerlas comparables y coherentes con el uso de datos más fiables de las cuentas nacionales con el fin de medir con precisión el crecimiento económico (Pinkovskiy y Sala-i-Martin, 2016). Proponemos una metodología que nos permite inferir el grado de ajuste necesario comparando las distribuciones regionales de los agregados de las cuentas nacionales y de las medias de las encuestas de hogares. Dado que las encuestas de hogares se administran a nivel nacional, los individuos con los mismos ingresos deberían responder (en la declaración inexacta de sus ingresos) de la misma manera independientemente de la región en la que vivan, lo que nos permite estimar los parámetros estructurales de la relación entre los ingresos declarados en la encuesta y las contribuciones de los individuos a los agregados de las cuentas nacionales.

Las principales alternativas a nuestros procedimientos son las estimaciones de la WID (Chancel et al., 2022) y la PIP (Banco Mundial, 2023). Las primeras también tratan los agregados de las cuentas nacionales como información de las distribuciones nacionales de la renta, pero ajustan las distribuciones de las encuestas de hogares utilizando datos fiscales. Los segundos prescinden de los agregados de las cuentas nacionales y se basan únicamente en las encuestas tanto para la media como para la desigualdad de las distribuciones de las cuentas nacionales.

Demostramos que el uso de nuestro enfoque genera resultados sustancialmente diferentes a los de la WID y la PIP, al tiempo que corrobora sus resultados en algunas dimensiones. En primer lugar, nuestra metodología nos permite estimar explícitamente, en lugar de suponer, las elasticidades
de la infra notificación o declaración inexacta en encuestas con respecto a los ingresos en las encuestas de hogares. Encontramos que la progresividad de la infra notificación ha evolucionado suavemente con el tiempo, disminuyendo ligeramente en todo el mundo desde 1990, mientras que las estimaciones de la WID implican que debería haber aumentado drásticamente en las décadas de 2000 y 2010 después de permanecer esencialmente plana durante las décadas de 1980 y 1990.

 

También observamos que la infradeclaración ha crecido rápidamente entre el 50% inferior de la distribución mundial de la renta, más, de hecho, que entre el 10% superior. Una de las razones puede ser que, a medida que los menos adinerados del mundo alcanzan mayores ingresos absolutos, aumentan sus declaraciones inexactas. En segundo lugar, confirmamos los resultados de la bibliografía anterior -que la pobreza y la desigualdad mundiales han disminuido sustancialmente desde la década de 1980, y que ambos descensos se han acelerado con el tiempo incluso después de rectificar el subregistro de las encuestas, que es una corrección de primer orden, ya que afecta sustancialmente al nivel estimado de igualdad en el mundo y tiene el alcance de revisar completamente nuestra comprensión de las tendencias. El nivel de desigualdad en nuestras medidas de referencia es similar al nivel de desigualdad en la WID y la PIP antes de 2000, pero, después, disminuye más rápidamente. En tercer lugar, mostramos que no sólo la desigualdad entre países, sino también la desigualdad dentro de los países, tanto en referencia al

PIB como en referencia al consumo, han disminuido desde la crisis financiera mundial y, por lo tanto, ambos tipos de disparidad han contribuido a la disminución de la desigualdad mundial. Por último, mientras que las estimaciones de la pobreza son similares en la década de los 80 en

la PIP del Banco Mundial y en nuestra medida basada en el consumo, en la década de 2010, las medidas difieren de manera bastante sustancial, y nuestro enfoque muestra tasas de pobreza mundial considerablemente más bajas, especialmente en los umbrales de pobreza altos.

 

En resumen, nuestro enfoque muestra que cuando se combinan los agregados de las cuentas nacionales con las medidas de desigualdad de las encuestas de hogares adecuadamente ajustadas, encontramos que el mundo es un lugar menos pobre y desigual de lo que se pensaba.

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